FÁBULAS

  Las fábulas son cortas y breves narraciones literarias, normalmente en verso, que terminan siempre con un mensaje de enseñanza o moraleja de carácter instructivo.


  • LA LIEBRE Y LA TORTUGA

En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque era el animal más veloz. También era vanidosa y constantemente se reía de la lenta tortuga.

Un día, a la tortuga se le ocurrió de pronto hacerle una apuesta a la liebre.

- Estoy segura de poder ganarte una carrera - le dijo.

La liebre, muy divertida, aceptó y todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. 

Confiando en su velocidad, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando.

Un rato después, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, eso sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo, tanto que se detuvo al lado del camino y se sentó a descansar. Varias veces repitió lo mismo, le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha. 

Confiada en su velocidad, la liebre se tumbó bajo un árbol y ahí se quedó dormida. Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta. Cuando la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.

Moraleja: no hay que burlarse jamás de los demás. 






  • EL LEÓN Y EL RATÓN

Érase una vez, un León que dormía junto a un árbol, cuando un Ratón se le acercó y comenzó a correr hacia arriba y hacia abajo sobre él. Esto despertó al León, que colocó su enorme pata sobre él y abrió sus grandes mandíbulas para tragárselo.

- Perdóname esta vez, oh rey, nunca lo olvidaré: ¿Quién sabe, quizás pueda hacer algo por ti algunos de estos días?

El León estaba tan emocionado ante la idea de que el Ratón pudiera ayudarlo, que levantó la pata y lo dejó ir.

Algún tiempo después el León se vio atrapado en una trampa humana y, los cazadores lo ataron a un árbol mientras buscaban un carro para llevarlo.

Justo en ese momento, pasó el ratoncito, y al ver la triste situación en la que se encontraba el León, se acercó a él y pronto royó las cuerdas que ataban a su nuevo amigo. El pequeño ratoncito logró salvar al león que, le estuvo eternamente agradecido y, desde entonces, siempre le dejó trepar a su lomo. 

Moraleja: no subestimes las capacidades de otras personas porque parezcan débiles. Sé bondadoso con los demás, y los demás lo serán contigo. 



  • EL CUERVO Y EL ZORRO

Un cuervo estaba en un árbol tomando un poco de queso que había encontrado. Un zorro llegó hasta donde estaba el cuervo, al olor a queso. Tenía tanta hambre que comenzó a decirle lo bello que era. 

Alababa su plumaje, su forma de volar, su canto, su porte tan elegante y lo bueno que era encontrando comida. Cuantos más elogios decía el zorro, más orgulloso se mostraba el cuervo que parecía incluso hinchar su pecho. 

Fue entonces cuando, el astuto zorro le pidió que cantase con su voz melodiosa para que pudiera escucharle. El vanidoso cuervo, cedió ante la petición de su admirador y, en el momento en el que abrió el pico, cayó el queso que fue devorado inmediatamente por el zorro. 

Moraleja: no te fíes de las alabanzas y elogios de los demás. No confíes en quien solo te ensalza.



  • LA CIGARRA Y LA HORMIGA

La cigarra era feliz disfrutando del verano sin hacer otra cosa que tomar el sol. Mientras tanto su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.

- ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras canto algo para ti. ? Le decía la cigarra a la hormiga.

- Deberías recoger provisiones para el invierno y dejar de holgazanear. 

La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.

Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Comenzó a sentir hambre, pero la nieve cubría los campos. Vio a lo lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.

- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.

- Dime amiga cigarra, ¿Qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías cuando cargaba con granos de trigo de acá para allá?, respondió la hormiga.

- Cantaba y cantaba bajo el sol - contestó la cigarra.

- Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno.

Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.

Moraleja: no debemos ser perezosos. Hay que esforzarse y no esperar que los demás trabajen para nosotros.